lunes, 26 de enero de 2015

EL SANTUARIO DE HERA EN SAMOS, OFRENDAS VOTIVAS DE ÉPOCA ARCAICA. EL KOUROS BAILANDO DE MARFIL.

Hay muchas islas del Egeo que merecen mi atención, pero esta vez voy a poner el foco sobre la de Samos, porque creo que es, desde el punto de vista arqueológico, una auténtica desconocida. 

El Egeo y la localización de la isla de Samos, frente a la costa de Asia Menor, y del santuario de la diosa Hera o Heraion.



La estatuaria monumental de Samos.

Tal vez nos suene que procede de esa isla la Kore o Hera de Samos porque se encuentra en el museo del Louvre de París y es un magnífico ejemplo de estatua votiva de época arcaica. Es esa monumental imagen de una mujer embutida en una túnica de lino plisada, que revelan sutilmente la forma humana por debajo de la prenda.

Koré o Hera de Samos, Heraion de Samos, 570-560 a.C. Mármol, 1,92 m. Museo del Louvre.




Esta figura femenina sin cabeza entró en la colección del Louvre en 1881 y formaba parte del santuario de Hera en la isla de Samos, el Herarion. Se descubrió cerca del templo en 1875, en la Vía Sacra que unía el santuario con la ciudad cercana a 6 kilómetros. Una inscripción describe la estatua como una ofrenda a Hera hecha por Cheramyes, un aristócrata jónico del este de Grecia. Otras estatuas fueron dispuestas en un mismo zócalo como parte de una gran exvoto familiar creado para honrar a la diosa. Muchas décadas más tarde se encontró otro grupo escultórico firmado por Geneleos que se creó diez o veinte años después del grupo de Cheramyes (560-550 a.C.) y que se puede ver medio reconstruido en la isla. 

Santuario de Hera en Samos. Grupo de Geneleos tal y como se cree se disponían las figuras. Museo arqueológico de Vathy, Samos.





La riqueza que reunieron los comerciantes de Samos se tradujo en las renovaciones de un santuario, que se hizo cada vez más grande, y en ofrendas monumentales para honrar a Hera. En cuanto a estatuas monumentales ofrecidas como exvotos destacan por su tamaño las dos enormes figuras de  kouroi de mármol de 4,80 m. de altura, que se erigieron en torno al año 570 a.C. Una de estas estatuas descubiertas en 1980 ha sido recientemente restaurada y se expone en el Museo Arqueológico de Samos para disfrute de todos los turistas que se fotografían como muñecos diminutos bajo ella.  En el muslo izquierdo está tallada una inscripción que nos informa que fue mandada erigir por Ischis, hijo Risios. Nuestro hombre pertenecía a una de las más ricas familias samias de su tiempo.

Impresiona el tamaño del Kouros expuesto en el Museo de Valthy. Su canon recuerda el de la estatuaria egipcia, que es realmente el que le inspira, aunque el desnudo integral y el modelo humano es puramente griego.




El suave modelado de la superficie del mármol y el volumen carnoso del cuerpo crean un efecto táctil de piel y es típico del arte jónico. Bien diferente de otros kuroi de estética dórica como los gemelos de Argos encontrados en Delfos, de cuerpo robusto y cabeza cúbica. 

Cuatro vistas del Kouros de Samos.




Por la importante estatuaria que hemos podido ver en estas fotos del blog y de otras que podemos comprobar en el museo de Valthy, no queda duda de que el Heraion de Samos fue uno de los santuarios religiosos más importantes de todo el Egeo en época arcaica, fundamentalmente entre los siglos VII a VI a. C. 


El santuario de Hera en Samos.

Pero no hemos comentado nada de lo arquitectónico y es hora que destaquemos su singularidad también. Considerado como el lugar de nacimiento de la diosa Hera, el Heraion fue uno de los primeros santuarios griegos en tener un templo construido, ya desde el siglo octavo antes de Cristo. Originalmente se erigió de madera, para más tarde ser reemplazado por versiones de piedra cada vez más elaboradas, que culminaron con la construcción de uno de los más famosos y más monumentales templos jónicos del siglo VI antes de Cristo. 

El Heraion de Samos. Plano de los principales edificios del santuario desde el siglo VI a, C. El templo principal fue construido entre los años 570-560 a. C. , bajo la supervisión del arquitecto Rhoecus. Las dimensiones eran únicas, 105 x 52,5 metros, con dos filas de columnas rodeando la cella (díptico), octástilo (ocho columnas en fachada) y jónico.



De aquel edificio y de los construidos en siglos anteriores apenas quedan los cimientos. Sin embargo las excavaciones arqueológicas en el santuario durante más de un siglo han proporcionado miles de objetos que formaron parte de las ofrendas que miles de visitantes dejaron allí durante siglos. La cantidad de los hallado es comparable con llo encontrado en los principales centros religiosos del momento como Olimpia en el Peloponeso, Delfos en Grecia central, Samotracia en el Egeo y, por supuesto, la Acrópolis de Atenas.

Ruinas del santuario de Hera en Samos. Se podía acceder desde la ciudad a través de una gran avenida o incluso directamente desde el mar.



Los exvotos de pequeño formato.

Más allá de los números absolutos, lo que es más llamativo del conjunto de los hallazgos del Heraion es su inusualmente amplia gama de orígenes geográficos de donde proceden. Se puede decir realmente que se trataba de una santuario "internacional" fruto de la posición de la isla en varias importantes rutas comerciales. Se han encontrado ofrendas procedentes de Mesopotamia, Egipto, Chipre, Creta, Fenicia, Anatolia y, por supuesto, Grecia continental.

Estatuilla de bronce de procedencia mesopotámica. Representa a un devoto babilónico de la diosa Hera con un perro o un león. s. VIII a. C. Museo de Valthy, Samos. Hay otra figura parecida pero de inferior calidad

Estatuilla de bronce de un hombre procedente de Egipto encontrado en el Heraion de Samos. S IX a VI a. C.



Como hemos podido comprobar por estos ejemplos anteriores, fieles en tránsito entre el Mediterráneo oriental y occidental dejaron en Samos multitud de ricas ofrendas. Muchas figurillas depositadas representaban a los mismos fieles en actitud votiva; otras a animales (principalmente a caballos y pájaros) u objetos. Con esta acción o donación se quería honrar a la diosa y buscar el favor de la misma. Desgraciadamente, los objetos de oro y plata han desaparecido por la codicia humana que durante siglos los ha reciclado. Quedan, no obstante, bastantes objetos cerámicos y pequeñas figurillas de bronce que nos permiten hacer una idea de la importancia del santuario.

Exvotos cerámicos con forma de animal. Siglo VII a. C.



Kuros de bronce del santuario de Hera en Samos. s. VI a. C.




Los materiales perecederos como la madera y el marfil, que en otros lugares se hubieran desintegrado por el paso del tiempo, en el santuario de Hera de la isla de Samos se han conservado en buena parte. El suelo pantanoso, sin entrada de aire, ha hecho posible la conservación de muchas de estas piezas, lo que nos permite conocer mucho mejor este tipo de exvotos que en otros santuarios. En las vitrinas del museo de Valthy podemos encontrar muchos artículos maravillosos entre los que voy a destacar algunos.

Estatuillas de madera representando mujeres. Las dos primera por sus vestidos, peinados y pose rígida son claramente griegas. Recuerdan las korai en piedra dóricas como la Dama de Auxerre y por tanto podrían ser exvotos. En cambio, la tercera que aparece de rodillas y con el cuerpo desnudo podría formar parte de la decoración de algún mueble y su origen no está tan claro. 






Pero las obras de mayor belleza que se conservan son las de marfil. Hay tres que me gustaría destacar.

 Es espectacular por su naturalismo es este león que se abalanza sobre su presa. Objeto proviene de Egipto y probablemente formara parte de algún mueble. Debió realizarse en el  Imperio Nuevo y, seis siglos después de haber sido hecho, sería depositado como ofrenda en el santuario de Hera por algún devoto.



Hay otra pieza escénica que merece ser mencionada es el relieve narrando el momento del mito de Teseo en que éste decapita a Medusa con ayuda de Atenea.




Pero, a mi juicio, la obra más espectacular es la pequeña estatuilla, tn solo 14,5 cms de un varón que parece danzar. El kouros se conserva en muy buen estado. A pesar de su pequeño formato, el artista apoyándose en un trabajo esmerado y en su amor al detalle, ha sabido dotar de efectos monumentales a esta obra maestra, una de los cimas, sin duda alguna, del arte de la talla de principios de la época arcaica, en concreto se le data en torno al 625 a. C.



La única prenda de vestir que lleva el joven es un cinturón ancho y muy adornado -significativo indicio de una ropa distinguida- y unas botas cuidadosamente atadas de cuero fino. El joven no parece arrodillado sino saltando. Precisamente las botas es un distintivo de su actuación: baila una " danza de primavera " durante la cual los participantes masculinos debían realizar saltos en el aire, lo más alto posible, al compás de las flautas. Había competiciones de esta disciplina, conocidas también a través de la pintura de los vasos. Este tipo de representación era frecuente de la isla de Creta hacia mediados del siglo VII a. C.



En el rostro alargado y estrecho, se imponen las cuencas oculares, cuyos ojos eran originariamente de otro material, como las cejas, los adornos de las orejas y el vello púbico. El pelo, tratado con un fino dibujo en espiga se recoge en cuatro trenzas, dos de las cuales caen por delante sobre los hombros y las otras dos por la espalda: la cinta doble anudada en la nuca sirve a la vez de adorno y de sujeción. El pelo de la frente forma cuatro rizos en espiral, con una minúscula flor de ámbar en el centro de cada uno de ellos. 

Reconstrucción de cómo actuaría siendo mango de una lira.


La ejecución técnica de la estatuilla indica que formaba parte de unos enseres de gran valor. En épocas pasadas se pensó que podría estar destinada a una lira, pero los investigadores actuales hablan de un soporte de vaso, en cuyo caso tal vez se muestra arrodillado en actitud de súplica. 

Fuera cual fuera su contexto, lo cierto es que el joven de Samos refleja la gran destreza de tallista en marfil arcaíco y nos permite adentrarnos en el mundo de la aristocracia que podía permitir este tipo de objetos de gran valor y que llevaba el espíritu competitivo incluso a la danza.

domingo, 18 de enero de 2015

DARÍO I EL GRANDE COMO FARAÓN DE EGIPTO Y REY PERSA. LA ESTATUA DEL MUSEO DE TEHERÁN.

En 1972, los arqueólogos del equipo franco-iraní liderado por Jean Perrot que excavaban la Gran Puerta del palacio aqueménida de Susa descubrieron una estatua inusual que hoy se encuentra en el Museo Nacional de Teherán. Representaba al rey persa Darío I el Grande (reinó entre el 522-486 a. C.), pero se había hecho en estilo egipcio, es decir, en bulto redondo, de pie y dando el paso ritual de los faraones. Nuestra sorpresa no debería ser tal, si recordamos que los persas sometieron Egipto desde el siglo VI a. C. y que Alejandro Magno fue recibido en esta civilización como un liberador que les liberaba de ser una satrapía.

El imperio aqueménida hacia el año 500 a. C.




La estatua de Darío I en Susa.

La estatua es un excelente ejemplo de híbrido artístico. Es un buen ejemplo de las excepciones figurativas que realizaban los artesanos egipcios sobre la iconografía tradicional egipcia en el periodo final o de decadencia de esta civilización. Pero también es una buena muestra del eclecticismo del arte persa.

La estatua tal y como se expone en el Museo nacional de Teherán.


A la estatua le faltan la cabeza y alguna parte del torso, pero aún así resulta imponente por su tamaño y solemnidad. Ahora, sin la cabeza, mide 2,46 metros, y se puede calcular que mediría unos 3,5 metros si estuviera entera. Este espíritu colosal y la pose rígida y con el pie adelantado responde perfectamente al estilo egipcio que pretende otorgar un halo de inmortalidad al soberano. Posiblemente fuera erigida para recordar alguna fundación que realizó el soberano en un templo de la ciudad de Pithom (Heroónpolis, en griego), en el Bajo Egipto. Como era habitual en este tipo de representaciones debería haber una estatua gemela que no se ha encontrado. Sin embargo, años más tarde, debió ser trasladada a miles de kilómetros de allí para situarla en la entrada monumental que daba acceso al palacio de Susa.

Foto de la excavación del palacio de Susa (1972) con la posición, casi in situ, en la que se encontró la estatua de Darío I.



Sobre su origen egipcio, y no persa, nadie duda. Entre otras razones, porque fue esculpida sobre grauvaca, una roca parecida al granito, obtenida en las canteras de Wadi Hammamat del Alto Egipto.

El soberano lleva un vestido persa, similar al que aparece llevando en otros relieves aqueménidas como los del palacio de Persépolis.

Detalle de bajorrelieve que representa la audiencia del rey Darío I, sentado en el trono. Sala del Tesoro, Persépolis, Irán.


El brazo izquierdo se dobla sobre el pecho y puede que en la mano llevara una flor de loto en la mano como en el relieve superior, aunque sólo se conserva el tallo de la flor. Sobre el abdomen lleva un cinturón con una daga en su vaina. El nudo del cinto lleva deletreado el nombre de Darío en jeroglíficos egipcios: drjwS.


El brazo derecho cuelga rígido y pegado a lo largo del lado derecho del cuerpo. No se ve lo que pudiera haber llevado, aunque, por las otras representaciones que conocemos, lo lógico es que fuera un báculo. Los pliegues del vestido son simétricos y muy acartonados, lo que nos recuerda las representaciones de las vestiduras arcaicas griegas.

Inscripciones jeroglíficas y cuneiformes de la parte inferior del manto.


Sobre los pliegues está escrito con jeroglíficos e inscripciones cuneiformes en persa antiguo, elamita y babilonio que el representado es Darío el Grande en nombre del dios Ahura-Mazda, "que creó esta tierra, que creó el cielo allá, que creó al hombre, quien creó la felicidad para el hombre, y el que hizo a Darío rey". La estatua no es sólo una representación del rey como faraón por la gracia de sus dios, sino que cumple además con el simbolismo tradicional del dios Hapi de "atar juntos", bajo un lazo, las Dos Tierras. Tal símbolo lo podemos ver en el cinto, pero además en la parte delantera y trasera del pedestal.

Hapi era la personificación de las inundaciones del Nilo. Fue retratado con forma humana y con plantas acuáticas sobre su cabeza. Su cuerpo mostraba tanto características masculinas como femeninas al mismo tiempo. Las masculinas estaban representadas a través de los músculos de sus piernas y brazos, simbolizando el agua fértil de la inundación. Las femeninas, por medio de los pechos y el vientre, simbolizando la tierra, fertilizada por el agua de la inundación.  Hapi fue representado a menudo sobre el trono del rey, atando la flor de loto y el papiro en el símbolo de la unificación. Esta forma estaba referida a su papel en la unificación de las dos partes del país; el norte y el sur. 


El mensaje simbólico de soberano unificador de muchas tierras continúa en el pedestal con pequeñas representaciones de veinticuatro países sobre los que gobernaba Dario.



En los laterales del pedestal se escriben en jeroglíficos egipcios dentro de cartuchos los nombres de los veinticuatro territorios del Imperio persa. Las provincias están representadas como hombres arrodillados que usan la ropa, la barba y el tocado de su nación. Sus brazos se levantan.




Las inscripciones se pueden fechar entre el 496 y 492 antes de Cristo, porque se cita al escriba oficial Khnoumibre, responsable de todos los envíos desde Egipto a Persia. También dice que fue erigida en Pithom, para dar testimonio del poder de Darío en Egipto. Lo que no es seguro que fuera trasladada de inmediato a Susa. Probablemente lo fuera poco después de la muerte de Darío el Grande, en tiempos de Jerjes. No está del todo claro el por qué se trasladó hasta la capital de Elam, pero una explicación probable es que esto ocurriese después de 486, cuando Jerjes reconquistó el país tras un rebelión de los egipcios y decidiera que era más seguro tener la estatua de su padre consigo en Susa.



martes, 6 de enero de 2015

GEORGES BRAQUE. PINTOR CLAVE PARA ENTENDER EL ARTE DEL COMIENZO DEL SIGLO XX.

Georges Braque (1882-1963) es un pintor francés al que en España no se le ha dado la importancia que merecía, puesto que su carrera se emparejó pronto con la de Pablo Picasso y, más tarde, con la de Juan Gris. Sin embargo, su contribución a la historia del arte es indiscutible. De los dos anteriores ya he trabajado en varios artículos que se pueden leer en este blog, pero me faltaba el tercero de los tres grandes creadores del cubismo. Pero es que además Braque fue un gran pintor fauvista y surrealista. Sepamos algo más de su trabajo.

Braque en su taller pintando L Echo, 1954.



Braque fauvista (1905-07). 

Hasta 1900, G. Braque había trabajado como decorador de interiores (pintor de murales) como su padre y abuelo y tenía algún cuadro de estilo impresionsita. Pero, en dicha fecha, llegó a París y entró en contacto con el ambiente pictórico postimpresionista y las vanguardias de comienzo de siglo. Sus primeros pasos artísticos fueron en un estilo convencional dentro del postimpresionismo imperante, estilo del que renegará e incluso destruirá seis de sus primeros trabajos, considerando como sus primeras obras "creativas" las que realizó a partir de 1905. Fue ese año en el que conoció la pintura del grupo "fauve" al asistir a la exposición del Salón de Otoño de París. Quedó encantado por su nuevo estilo audaz que utilizaba colores arbitrarios y muy vivos. La influencia del fauvismo durará sólo dos años, de 1905 a 1907. Veamos algunos de sus cuadros de esta época.

Georges Braque. Mujer desnuda peinándose, 1906. Óleo sobre lienzo, 61.28 × 50.8 cms. Milwaukee Art Museum, Estados Unidos. En esta figura femenina sentada, el artista utiliza los verdes brillantes, rojos y rosas del fauvismo para definir la figura mientras con repeticiones sutiles de líneas diagonales y formas triangulares modela la estructura de los objetos y el fondo. Es evidente todavía la cercanía de la obra a la iconografía de Toulouse-Lautrec, un pintor que le dejó muy impresionado cuando llegó a París.


Sus figuras (las menos) y sus paisajes (los más) se impregnan de colores ácidos y atractivos que recuerdan, en sus figuras a Matisse  por el uso del verde para las sombras, y en sus paisajes a Raoul DufyVlamick y Derain. Y es que, como ya hemos podido comprobar con el anterior cuadro, desde el principio de su producción se puede ver una de las características o defectos de la obra de Braque, que es capaz de expresarse con gran soltura y brillantez en diversos estilos, pero que resulta carente de personalidad o de un estilo propio original. Es un camaleón artístico, que mimetiza el entorno artístico que le rodea.

Sus primeras obras como fauvista son del puerto de Amberes, un gran puerto parecido a su El Havre natal, pero falto de luz que potencie el color.

Georges Braque. Puerto de Amberes, 1906. Óleo sobre lienzo 38 x 46 cm. Museum von der Heydt. Wuppertal. Una obra simple en el estilo de Raoul Dufy.


En el otoño y el invierno de 1906 a 1907, Braque buscó la fuerte luz del sur de Francia con el fin de hacer paisajes de colores más vivos que las obras que  realizó en Amberes. Cuadros donde el sol ilumina las escenas y puede utilizar colores puros y contrastados, destacando sobre todo el rojo, el verde, el rosa y el violeta.

Georges Braque. Paisaje amarillo de L´Estaque, 1906. Óleo sobre tela. 50 x 61 cm. Colección particular.



La influencia de Cezanne, pintor que acaba de fallecer y que se había puesto de moda en ese momento, ya le estaba rondando. Precisamente que escogiera como lugar para pintar L'Estaque, cerca de la bahía de Marsella, fue porque ese era uno de los sitios favoritos de Paul Cézanne. La influencia de Cézanne en estos cuadros se aprecia en cómo Braque sube la línea del horizonte en sus paisajes y, sobre todo, en la atención que dedica a los estructuras de las rocas y de las casas que aparecen en primer plano, pero el colorido sigue siendo fauvista.

Georges Braque, Los grandes árboles, L’Estaque, 1906–07; Óleo sobre lienzo, 80 x 70.5 cm.  Museum of Modern Art, New York.



La investigación en el cubismo 1907-1914.

Al regresar a París el año 1907 se producen una serie de acontecimientos que tendrán una gran importancia en su desarrollo artístico. En primer lugar, en la primavera, se anima muchísimo al conseguir un reconocimiento como pintor al exponer por primera vez seis paisajes hechos bajo el influjo del fauvismo en el Salón de los Independientes. En segundo lugar, confirma una nueva dirección en su estilo al quedar entusiasmado con la exposición retrospectiva sobre Cezanne en el Salón de Otoño de ese año. Así cuando vuelve a L´Estaque y La Ciotat ese mismo otoño para pintar comienza la descomposición de sus paisajes en formas geométricas y se aleja del color brillante. Los motivos son los mismos, pero parece un pintor distinto.

Georges Braque, Casas en L’Estaque, 1907. Óleo sobre lienzo, 54,6 x 46 cms. Colección privada. Uno de los mejores cuadros que expresan la influencia de Cezanne en su obra, realizado en el otoño de 1907, poco después de haber admirado la exposición retrospectiva del anterior. Braque insiste en crear formas geométricas afiladas, recortadas por líneas rectas en cuyo interior emplea gradaciones progresivas de escasos colores y muy aplanados. El espacio que crea es inaccesible. Como Cézanne, Braque deja áreas de lienzo sin pintar.


Ahí no queda la cosa, porque al acabar el año tiene lugar el tercer acontecimiento que cambiará su devenir como artista. Gracias a Guillaume Apollinaire, conoce a Pablo Picasso. El español había estado trabajando en la descomposición de las figuras humanas en su emblemático cuadro de las Señoritas de Aviñón. Al principio Braque parecía que no era capaz de asimilar lo visto al declarar, según palabras de Fernande Olivier, la compañera de Picasso: "Parece como si sus cuadros quisiera causarnos la misma sensación que si tuviéramos que tragar cuerdas o beber queroseno". Las cosas no tardaron en cambiar, puesto que surgió entre ellos una estrecha amistad y un deseo por parte de Braque de indagar por el mismo camino que su amigo Picasso. Por un momento abandona sus paisajes y ensaya el desnudo femenino, a la manera picassiana. En su famoso Gran Desnudo abandona el color total, pasando a un estudio estructural y formalista de las relaciones espaciales. Aún así, las líneas corporales femeninas, que se deforman y se relacionan de una manera ficticia, aún resultan sensuales y curvilíneas. La musculatura y la masa corporal se resaltan hasta el extremo mediante pocas líneas. Todavía hay sensación de volumen al representar claroscuros.

Georges Braque. El gran desnudo, 1907-08. Óleo sobre lienzo, 140 x 100 cm. Centre national d'art et de culture Georges-Pompidou, París. Este cuadro evoca a la vez «Las bañistas» de Cezanne y «Las señoritas de Aviñón» de Picasso, pero también hay algo todavía del color de Matisse.




En este lenguaje pictórico de clara influencia de Cezanne y de Picasso,  Braque evoluciona decididamente entre 1908 y 1909 hacia lo que los críticos calificarían como el cubismo. Abandona totalmente el concepto tradicional del espacio y construye sus obras por medio de grandes planos geométricos.
Durante los primeros meses del año 1908 Picasso y Braque se veían prácticamente todos los días e intercambiaban opiniones sobre cuestiones artísticas. Picasso recordaba: "casi todas las tardes o bien iba yo al estudio de Braque o bien él venía al mío. Sencillamente, cada uno de nosotros tenía que ver lo que el otro había hecho durante el día". La estrecha relación entre ambos pintores dio lugar a que, prescindiendo de los encargos, los temas elegidos para los cuadros fueran idénticos.
Los cuadros de Braque de esa temporada en L´Estaque son expuestos en noviembre de 1908 en la Galería Daniel-Henry Kahnweiler, es su primera exposición individual. La presentación incluía 27 cuadros y se acompañaba de un pequeño catálogo con un prólogo escrito por Apollinaire. Los paisajes geometrizados de L´Estaque marcan los inicios oficiales del cubismo al ser descritos por Matisse como cuadros hechos a base de pequeños cubos, comparación que inspiró al crítico Louis Vauxcelles para bautizar el nuevo estilo artístico con el nombre de cubismo.

El viaducto de L'Estaque (Le Viaduc de l’Estaque), principios de 1908 Óleo sobre lienzo 72,5 x 59 cm, Centre Pompidou, Musée national d'art moderne, París.



El rigor geométrico en el análisis de la naturaleza les lleva  a anular todo elemento subjetivo en el cuadro. Por ello, hay momentos en que es casi imposible distinguir un lienzo de Picasso de otro de Braque. Veamos por ejemplo estos dos paisajes que se comparan a continuación. Sólo la pincelada y una evolución hacia un sentido aún más cúbico y plano del segundo grupo de casas, por ser pintado sólo un año más tarde, nos sirve para distinguir las etapas, más que a los artistas.



En el invierno de 1908-1909, los dos amigos siguieron con sus indagaciones pictóricas y desarrollaron el motivo de la naturaleza muerta, retomando una vez más un tema básico de Paul Cezanne. No debe olvidarse que hasta entonces Braque se había ocupado preferentemente de la representación de paisajes y que Picasso se había sentido vinculado a la figura humana. Pero, es que, como en seguida comprendieron, el método cubista encuentra su expresión más pura en la naturaleza muerta. Braque observó una vez, al describir las diferencias en la pintura de diversos temas, que: "En la naturaleza muerta, el espacio es táctil, incluso manual, mientras que el espacio del paisaje es un espacio visual".

Georges Braque. Instrumentos musicales, 1908. Óleo sobre lienzo, 50 x 61 cm. Kunstmuseum Basel, Basilea, Suiza. 


Como podemos comprobar los instrumentos de música fueron un motivo de inspiración para el artista porque gustaba especialmente de ellos, los tocaba y los coleccionaba en su propio taller. Georges Braques aparece tocando el bandeón en su estudio de la Rue Caulaincourt, Paris, en  1911. Muchos de los objetos que aparecen se pueden ver en las pinturas cubistas de este período.


Dos fruteros pintados en este periodo por Picasso y Braque. El primero muy cercano a la estética Cezanne y el segundo anunciando la progresión el cubismo.


Braque no renuncia en sus salidas de trabajo de estos años siguientes a los paisajes, casas y árboles, convertidos en objetos empujados a ser el primer y único plano de la imagen. Se pierde toda noción de profundidad y los objetos son casi manchas abstractas. La paleta de colores con tonos lúgubres -grises, marrones, verdes, ocres y azules- es la quintaesencia cubista.

Georges Braque. Paisaje con casas, 1908-1909. Óleo sobre lienzo, 65,5 x 54,0 cm. Galería de Arte de Nueva Gales del Sur.


Georges Braque. Pequeño puerto en Normandía, primavera  1909. Óleo sobre lienzo, 81.1 x 80.5 cm. Art Institute of Chicago.En este paisaje marino el espacio se transforma en un sólido, en lugar de un vacío.



El cubismo analítico 1909-1912.

Pablo Picasso y Georges Braque trabajaron a partir de 1909 y hasta 1914, en que se movilizó como soldado a Braque para la Primera Guerra Mundial, en un diálogo creativo, que rompía y reformulaba la representación de los objetos y sus estructuras. Estaban creando y evolucionando a la vez en el cubismo.

A partir de 1909 podemos comprobar que los pintores pasan de los grandes planos geométricos, con los que configuran sus objetos, a descomponerlos en pequeñas facetas o planos cortados vistos desde distintos puntos: por delante, por detrás, por encima, por debajo... Esto es lo que se denomina Cubismo hermético o analítico, una evolución hacia la abstracción sin llegar definitivamente a ella.

Georges Braque. Piano y mandola, invierno de 1909–1910. Óleo sobre lienzo, 91,7 x 42,8 cm. Solomon R Guggenheim Museum, Nueva York.
Georges Braque. Hombre con guitarra. Óleo sobre lienzo, 116.2 x 80.9 cm. Verano de 1911. MOMA, Nueva York. Aquí, Braque empareja una representación realista de un clavo y una cuerda (esquina superior izquierda), con una representación casi indescifrable de un hombre tocando una guitarra en multitud de facetas cristalinas. 



Un cuadro parecido de ese mismo año, Le Portugais, marca otro hito interesante en el desarrollo de las pinturas de Braque porque en la esquina superior derecha, aparecen las letras como estarcidas "D BAL" y números. De momento son sólo una adición puramente compositiva. La intención de Braque con la adición de las letras es que el espectador sea consciente de que el lienzo también puede contener elementos externos.

Georges Braque. Le Portugais, 1911. Óleo sobre lienzo, 116,8 x 81 cm. Kunstmuseum Basel, Basilea, Suiza.




En cuadros posteriores los elementos tipográficos con la técnica del estarcido enriquecerán el sentido y comprensión de las obras.

Georges Braque. Clarinete y botella de Ron sobre una repisa de una chimenea, 1911.  Óleo sobre lienzo, 93,5 x 72,3 cms. Tate Gallery, Londres. Un clarinete se encuentra en una repisa de la chimenea, junto a él se encuentra una botella que es descifrada al leer las letras "RHU", las tres primeras de la palabra francesa para el ron. La palabra "VALSE" introduce la idea de bailar, lo que refuerza el tema de la música que evoca el clarinete. La voluta de la esquina inferior derecha descubre el soporte de la repisa de la chimenea.


El cubismo sintético y el papier collé, 1912-1914.

Dentro de la corriente cubista es Braque el autor que muestra mayor interés en enlazar sus pinturas con la realidad y, por eso, dará un siguiente paso que superará el abismo hacia la abstracción en la que había derivado la aventura analítica y vuelva a realizar cuadros legibles.
En septiembre de 1912, después de haber pasado el verano pintando con Picasso en la localidad francesa meridional de Sorgues, Braque estaba trabajando en un bodegón con frutero y vaso sobre una mesa, cuando en un paseo por Aviñón descubrió casualmente en el escaparate de un comercio de papeles pintados una muestra que imitaba la madera de roble. En seguida pensó como incorporarlo a su proceso creativo y con ello crear el primer papier collé, literalmente papel pegado. Al que siguieron otros.

Georges Braque. Frutero y jarrón, septiembre de 1912. Papel y lápiz sobre lienzo. Colección  privada.


El paso de incorporar a los cuadros nuevos materiales y objetos además del papel imitación de madera, lo realiza ya desde octubre Picasso, que ensaya con papel, arena y hule. Uno de sus mejores cuadros, Naturaleza muerta con cuerda de rejilla (1912),  incorpora además una cuerda como marco y el formato oval para romper con las dimensiones geométricas puras Los cuadros realizados según este procedimiento adquirían un carácter material y de objeto que creaba una nueva realidad. Estaba abierto un nuevo camino expresivo.

En la producción posterior a los papeles pegados, Braque integra los conocimientos adquiridos en estos y evoluciona el Cubismo hacia una forma más legible, calificada como “sintética”. La cuadrícula ortogonal de planos sigue presente, pero presenta colores uniformes, densos o trabajados, en algunos casos imitando madera, que evocan los papeles pegados. Picasso y Braque introducen materiales periódicos, puntos, curvas y detalles figurativos en esta etapa.

Georges Braque. Violín - Melodía, 1914. Óleo sobre lienzo,  55.4 x 38.3 cm. Colección privada.




La Primera Guerra Mundial marca un punto de inflexión en la obra de Braque. Como muchos del grupo cubista y de los artistas y escritores de vanguardia, es movilizado en agosto de 1914 y es enviado al frente. El intercambio de información entre los artistas es casi totalmente interrumpido. En 1915 Braque cae herido con graves heridas en la cabeza y sólo tras una larga convalecencia volverá a pintar desde finales de 1916.  La guerra también afecta a su entorno: su marchante Kahnweiler, de origen alemán, debe refugiarse en Suiza por lo que, a partir de entonces, su nuevo marchante será Léonce Rosenberg. En 1917 su amigo Picasso comienza su periplo por Europa con los Ballet Rusos y su amistad ya no será la misma. Con su estilo, a menudo brusco, Picasso solía decir: “Llevé a Braque a la estación en 1914 y desde entonces no lo volví a ver.” En realidad los dos artistas no se volvieron a buscar. Se cruzaban casualmente, se saludaban cordialmente, pero su complicidad había muerto.

Dos fotografías de esa amistad y de su relación ante la guerra. Braque en su taller en 1912. Picasso vestido con el uniforme de Braque en el taller en 1911. Parecían dos amigos inseparables.




La indefinición. Cubismo sintético, "neoclasicismo" y surrealismo. Años 20 y 30.

A partir de 1917, una nueva evolución en su estilo le lleva a colaborar con Juan Gris en la elaboración del cubismo sintético. Desde 1918 comienza a abandonar la rigidez cubista. Su actitud sigue siendo esencialmente cubista, pero explora, además, las posibilidades de las formas llenas y de las curvas y las potencialidades del color.

Georges Braque. Cafe Bar, 1919. Óleo sobre lienzo, 160 x 81 cm. Kunstmuseum Basel, Basilea, Suiza.


En 1919, en su segunda exposición individual en la Galería l’Effort Moderne de Léonce Rosenberg, Braque presenta una serie de naturalezas muertas en las que continuó trabajando durante la década siguiente. Estas obras prolongan el Cubismo Sintético, retomando las composiciones abigarradas de colores uniformes, que ahora se amplían a formatos alargados. A menudo centradas en motivos recurrentes, como veladores, chimeneas o fruteros —objeto que recuerda a su admirado Cézanne— estas obras combinan armoniosamente forma, color y materia.

Georges Braque. Fruta sobre un mantel y frutero, 1925.  Óleo sobre lienzo, 130,5 x 75 cm. Musée National d'Art Moderne, Centre Georges Pompidou, París, Francia.


Naturalezas muertas de este estilo en los años 20.





También trabajó como Picasso en grandes proyectos decorativos entre los que figura la gran escenografía que realizó para un espectáculo del Ballet Salade, en 1924, que se ve en el Museo Pompidou.

Georges Braque. Telón del Ballet Salade, 1924.


En esta década de los veinte hay un Braque que vuelve sus ojos al arte clásico. En 1922, sorprende a sus coetáneos en el Salón de Otoño con sus Canéforas. Estos desnudos femeninos  nos retrotraen por temática a la Antigüedad clásica, pero son por sus proporciones y colores antiacadémicos. Encarnan el “retorno al orden”, que realizaron muchos artistas, como el mismo Picasso o Gris, hacia una figuración tradicional. Braque recuerda en estas obras a Corot y Chardin. Como los desnudos de Picasso se caracterizan por la frontalidad y la monumentalidad.

Georges Braque. Bañista, 1925. Óleo sobre tabla, 67 x 54,3 cm. Tate Gallery, Londres.


Entre 1932 y 1935, Braque ilustra uno de sus textos predilectos, la Teogonía del poeta griego Hesíodo (siglo VII a.C.). Lo hace para el marchante, editor y gran apasionado del grabado Ambroise Vollard. El relato, dedicado al nacimiento del universo y al origen de los dioses, es considerado como uno de los grandes textos de la mitología griega. Ejecuta una serie de dieciséis aguafuertes, que serán publicadas por Maeght, en 1955: línea negra impresa sobre fondo blanco para los grabados y, en negativo, línea blanca entallada sobre fondo negro para los yesos pintados y grabados que Braque concibe paralelamente. Los dibujos reflejan la influencia del surrealismo. Braque utiliza un arabesco que remite al dibujo automático de los surrealistas.

Georges Braque. Teogonía de Hesiodo. Plancha 9, 1932. Papel, 36.8 x 29.8 cm. 



La influencia del surrealismo fue sólo en esos años previos a la guerra.

De la Segunda Guerra mundial hasta su muerte. 1940-1963. 

La dureza de los años de la Segunda Guerra Mundial se refleja en telas lóbregas pintadas en Varengeville-sur-Me, modesto pueblo de Normandía ubicado a la orilla del océano en el que Braque había mandado construir una casa en 1930. En 1941 las fuerzas de ocupación nazis confiscaron todas las obras que el pintor había intentado salvaguardar escondiéndolas en un banco de la ciudad de Libourne, al suroeste de Francia. El pintor se recluyó en su casa y sobre todo en su taller. Ese encierro es palpable en los grandes interiores austeros, de tonos oscuros, casi sofocantes que realizó entonces. Confiesa ser “muy sensible a la atmósfera circundante”, por lo que ejecuta obras oscuras y dolorosas. Calaveras flanqueadas por crucifijos y rosarios o peces típicos de la iconografía cristiana. Son imágenes del infortunio de la guerra. Las siluetas de figuras humanas negras y fantasmagóricas, vistas por detrás, encarnan la soledad y la melancolía del artista recluido en su taller frente al caballete.

Peces negros (Les Poissons noirs), 1942 Óleo sobre lienzo 33 x 55 cm Centre Pompidou, Musée national d'art moderne, París.


Tras la guerra y de una nueva convalecencia por una dura operación, Braque vuelve, con renovado ímpetu, a recuperar el espacio visual cubista y sus juegos de transformaciones geométricas, basadas en la representación a diferentes escalas, con la serie dedicada a los billares. La ausencia de presencia humana en estas obras se mitiga con la representación de las múltiples vistas parciales que un jugador tiene sobre el tapete y por la representación de las fuerzas irracionales que mueven las bolas de billar.

Georges Braque, La mesa de billar, 1944–52. Óleo, arena y carboncillo sobre lienzo, 181 x 97.8 cm.  The Metropolitan Museum of Art, New York.



Su obsesión por la relación objeto-espacio que queda plasmada en las serie Atelier, estudios de artistas, de 1949-56. En sus pinturas acerca de pinturas plasma los márgenes fluctuantes entre la realidad y la ilusión. Estos lugares íntimos y cerrados representan el espacio mental del pintor, y los objetos, tanto reales como metafóricos.  En manos de Braque, estas escenas interiores cubistas están dotadas con algo parecido a una especie de realismo mágico. Para conseguir expresarse vuelve a recurrir a menudo a la técnica del collage.

Georges Braque. Taller II (Atelier II), 1949. Óleo sobre lienzo, 146 x 146 cm. Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen, Düsseldorf, Germany. En Atelier II el desorden del estudio está en proceso de cambio con una gran cantidad de objetos reales y formas inventadas que metafóricamente se interpenetran. El pájaro se teje en un recinto intrincado como si descendiera entre líneas verticales, lo que sugiere que atraviesa haces de luz. La escena sugiere los rayos espirituales del éxtasis de Santa Teresa de Bernini. El pájaro adquiere iridiscencia y vuela hacia el caballete en lucha contra el movimiento de la flecha de abajo. El busto (probablemente Hesperis, que Braque, esculpido en 1939-1940) también está mirando hacia la derecha como la flecha grande, lo que impide que el movimiento del ave reine en la composición.




Son años de reconocimiento internacional, pero en un Braque envejecido y enfermo.

Georges Braque junto a Estudio IV, en 1950.


El tema crepuscular del vuelo de los pájaros, como ya hemos visto, se aprecia en la serie Estudio, pero se convierte en su casi único tema hasta su muerte. Tiene su origen en un encargo que Braque recibe en 1953 para decorar el techo de la sala etrusca del Museo del Louvre. A pesar de sus 70 años y de frecuentes problemas de salud, el artista trabajó día tras día durante tres meses para realizar una obra a la vez poderosa y delicada: grandes pájaros resplandecientes pintados en tonos azul oscuro y negro sobre un fondo azul un poco más claro y brillante.

Georges Braque. Pájaros en el techo de la Sala Etrusca del Louvre, 1955. Óleos sobre lienzos.



Tratados en un primer momento de manera figurativa y matérica, los pájaros se vuelven cada vez más abstractos en su producción. Las aves de Braque no tienen modelos a seguir en la naturaleza. El pintor está, sin duda, inspirado en la naturaleza, pero en el universo de Braque el pájaro se convierte en la criatura arquetípica de su imaginación.

Pájaro negro y pájaro blanco (L'Oiseau noir et l'oiseau blanc), 1960 Óleo sobre lienzo 134 x 167,5 cm Colección particular.




Muere en 1963 en París a los 81 años.